ORIENTACIONES PARA TRABAJAR CON LOS ALUMNOS CON TRASTORNOS GRAVES DE CONDUCTA

          El trastorno de conducta es una alteración del comportamiento. Éste se caracteriza por una serie de actuaciones antisociales que violan las normas y reglas adecuadas.

            Entre los comportamientos antisociales podemos citar: la irresponsabilidad, el comportamiento trasgresor (como las ausencias escolares o el escaparse), la violación de los derechos ajenos (robo, por ejemplo) y, o la agresión física hacia otros (asalto o violación).

            Estos comportamientos a veces se presentan juntos; pero puede suceder que aparezca uno o varios de ellos sin estar acompañados por ninguno de los demás.

Pautas de actuación ante una conducta desafiante o violenta en el aula.

En primer lugar, debemos procurar que estas conductas no se produzcan. Hemos de reconocer los momentos en los que el alumno o alumna está a punto de saltar. También deberemos ser justos, coherentes y sistemáticos en nuestra gestión del aula. Los adolescentes son muy sensibles a la injusticia.

Si finalmente nos encontramos ante una conducta de falta de respeto y que reta a la autoridad podremos seguir alguna de estas pautas:

·         No entre en su juego ni en argumentaciones: el profesor/a es la figura de autoridad, pero eso no es discutible, no debe tratar de quedar por encima, ni humillar, ni ensalzarse en discusiones.

·         Si es posible se retira el estímulo que supone nuestra atención y la del grupo. Hemos de marcar que la conducta es indeseable, pero lo podemos hacer privadamente para romper el esquema que mantiene la conducta. Otra opción es el tiempo fuera (time out).

·         No emplear comunicación agresiva: manejar el tono de voz, la posición, los movimientos, etc. Tratar de hablar suave, no demasiado cerca y nunca reteniendo o agarrando. Si no se sube el tono, es más difícil que la otra persona lo haga. Se puede ser contundente sin sonar agresivo/a.


·         No ofrecer confrontación: estamos en el momento de desactivar, no de “echar más leña al fuego”. Controlemos nuestra conducta por difícil que esto parezca- para evitar la escalada de confrontación.

·         Hay que entender la importancia de la activación momentánea: tanto para el profesor/a como para el alumno/a. “Enfriarnos” es fundamental para actuar con mesura. Si conseguimos controlar la conducta de quien desafía, hemos de guardar un tiempo de prudencia. Aún puede volver a saltar en cualquier momento.  A su vez, tras un altercado, nosotros estamos también altamente activados.

·         No sancionar en el momento: como decimos, es momento de conciliar. La sanción vendrá después. Seleccionar una sanción que sea parte de la solución y no agrave más el problema. Por definición una sanción es aquello que disminuye la probabilidad de repetir la conducta penada.


·         Deje siempre una puerta abierta. Dejemos siempre una oportunidad para solucionar la situación, para resarcir el daño, para pedir perdón, en definitiva, para mejorar y no empeorar la situación.

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